

Soy Paula Patiño, la emprendedora y artesana coruñesa detrás de Acastrexa. Mi proyecto es un proyecto vivo. No soy monovarietal, soy una mezcla que evoluciona con el territorio y sus necesidades.
Empecé elaborando mermeladas y zumo de manzana con productos de aquí, apostando por la innovación culinaria y por la puesta en valor del trabajo con productores locales que cultivan variedades autóctonas y de temporada. Nadie estaba dando valor a lo nuestro: todo venía de fuera y nuestros productos quedaban sin reconocimiento. Con el tiempo, el proyecto creció: galletas, sales, cremas, ecoturismo, catering, y ahora también soy Monitora Starlight. Elaboro mis productos en mi propio Laboratorio Culinario de Arte Gallego de manera totalmente manual y artesana. Por eso fue tan importante conseguir el sello de Artesanía Alimentaria de Galicia que me dió la visibilidad y la acreditación que mi trabajo merecía.
Estoy ubicada en Os Campóns, en pleno corazón de la Reserva de la Biosfera de Mariñas Coruñesas e Terras do Mandeo, Galicia. Este territorio es mágico, y vivir aquí es un privilegio que agradezco cada día.
Trabajo con una red de agricultores que para mí son auténticos héroes. Sacar una cosecha hoy en día, con los cambios climáticos que hay, es cosa de valientes. Todos son de aquí, de la reserva, la mayoría certificados y todos con buenas prácticas. Para mí, los sellos ecológicos están bien, pero son muy costosos para muchos agricultores. Lo que realmente importa es ir a su huerta, ver su tierra, ver qué cultivan y cómo lo cultivan. Ese vínculo cercano, casi familiar, es la base de todo.
Mis productos son alimentos saludables elaborados de manera artesanal: sin colorantes, sin conservantes, sin herbicidas, sin pesticidas. Para mí, lo artesanal significa cultura, tradición y mantenimiento de oficios que han desaparecido. Significa mantener el paisaje, la sierra, las recetas ancestrales. Y sobre todo, significa reconocer que detrás de cada producto hay muchísimas personas: desde quien gestiona las semillas hasta el agricultor que saca adelante la cosecha con esfuerzo y trabajo.
Estoy orgullosa de mis reconocimientos: primera empresa gallega en certificarse en Sostenibilidad Integrada, primera en conseguir el Sello de Calidad de Reservas de la Biosfera de España, y haber recibido distinciones UNESCO en materia medioambiental. Pero mi verdadero éxito es ser una guía para otras mujeres rurales. Demostrar que es posible.
Ser mujer emprendedora en el rural tiene desafíos a diario. Cuando alguien ve mi producto y dice "eso también lo hago yo", no me ve como empresaria. No ve las redes sociales, los bancos, Hacienda, la contabilidad, la logística. Necesitamos valorarnos más y reivindicar nuestra parte empresarial que nadie ve.Lo más gratificante es pensar en el viaje de mi producto: que llegue a una mesa, que esté en un cumpleaños o un brindis. Que al probarlo, conozcan no solo mi trabajo, sino todo el territorio: a Manolo con sus fresas, a Miguel con sus naranjas, a Silvia con sus tomates. Que mi producto dé vida a otras cosas.





