

Llegué a este proyecto como relevo generacional. La finca vendía la uva directamente en el campo, sin marca. Decidimos dar el salto: crear Uvas Amaia, invertir en formatos profesionales y abrir mercado en Barcelona y Madrid. Poco a poco, porque había que amortizar cada inversión.
Nuestra visión es sencilla: hacer las cosas bien y que se note. Yo llevo la gestión y administración, mi marido el trabajo de campo. Cada uno aporta desde lo que mejor sabe hacer. No buscamos ser los más grandes, buscamos ser referentes de que se puede vivir de esto con dignidad
Estamos en Agost, Valle del Vinalopó. Antigua tierra de alfareros, perfecta para la uva de mesa. Toda nuestra producción tiene Denominación de Origen, con certificado de calidad. Formo parte de la Junta de Gobierno de la DO porque creo en renombrar esta uva embolsada, en que se reconozca lo que cuesta hacer las cosas bien.
Nuestra misión va más allá de producir: es defender que la agricultura española sobreviva. Que la gente siga comiendo producto local, con controles, con garantías. Porque si los agricultores desaparecemos, vamos a depender de producción exterior sin saber qué lleva. Creo que hay espacio para que más gente joven se anime a entrar en esto, pero hace falta una visión institucional que lo facilite. Mientras tanto, seguimos demostrando que es posible: crear marca, sostener un proyecto y ver crecer tu cosecha sabiendo que lo has hecho tú. Eso sigue siendo satisfactorio.
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