Arranca oficialmente la temporada de cítricos, pero no todas las campañas son iguales.
Este año no hay cítricos. O mejor dicho: hay muy pocos.
Las lluvias cayeron cuando no tocaba, la floración falló, y ahora los productores de Guadalhorce se enfrentan a una temporada donde la demanda supera lo que pueden ofrecer.
Este año, los productores españoles se enfrentan a una realidad compleja marcada por factores climáticos adversos, competencia internacional y un mercado que demanda más de lo que hay disponible.
Reyes, de esta cooperativa malagueña de agricultura ecológica del Valle del Guadalhorce, nos cuenta cómo están viviendo una campaña marcada por el clima y la escasez generalizada.
El cítrico es un árbol que responde a la vecería, un ciclo natural en el que las producciones varían significativamente de un año a otro. Después de un año de abundancia, el árbol se resiente y produce menos. Es un fenómeno conocido y esperable. Pero esta temporada no solo enfrenta esa variabilidad natural, sino también un problema climático concreto: las lluvias cayeron en el momento equivocado.
La distribución irregular de las precipitaciones fastidió la floración de los cítricos. Cuando la floración se ve afectada, el cuajado del fruto es menor. El resultado es una cadena de consecuencias: menos flores cuajadas significan menos fruta en el árbol, y menos fruta en el árbol significa menos producto disponible para el mercado. Este año, la escasez es generalizada: hay muy poco limón, aún menos mandarina, y tampoco abunda la naranja. En prácticamente todas las variedades de cítricos, la cantidad es reducida.
La demanda desde el exterior sigue siendo alta. Los clientes habituales de los productores españoles solicitan cantidades normales, comparables a las de otras campañas. Pero este año, simplemente no hay suficiente fruta para satisfacer esos pedidos. La escasez no solo afecta a España: cuando un país productor tiene una mala campaña, otros ocupan ese espacio.
Reyes nos cuenta que Italia, este año, ha tenido un clima favorable. Las lluvias no les afectaron de la misma manera, y su producción de cítricos es abundante y de calidad. Esta situación les ha permitido ganar terreno en mercados que tradicionalmente compraban producto español. La competencia directa con Italia hace que los productores españoles no puedan ajustar sus precios al alza, aunque tengan menos producto. El mercado no lo permite: si suben los precios, los compradores simplemente se van a Italia.
"En este contexto, la única estrategia posible es esperar. Esperar que la próxima campaña sea más favorable, que las lluvias lleguen en el momento adecuado, que la floración sea abundante y que el cuajado sea óptimo. Porque cuando no hay cítrico, no hay nada que hacer." - confiesa.
Más allá de las dificultades de producción y comercialización, existe otro problema que afecta directamente a los productores españoles: la percepción del consumidor sobre la madurez de la fruta. Mucha gente todavía no entiende qué es el desverdizado y sigue creyendo que una naranja o mandarina con color verde no está madura. Es un error que tiene consecuencias comerciales directas.
Reyes nos explica que mucha gente todavía no sabe lo que es el desverdizado y sigue pensando que cuando la fruta tiene color verde no está madura. "Seguimos concienciando sobre este tema porque el producto que se vende hasta prácticamente ahora es verde porque no ha tenido suficientes horas de frío para perder el color. La gente no lo quiere comprar con tanta alegría porque piensa que no está maduro. Pero en realidad, lo que compran amarillo es lo mismo, solo que ha pasado por una cámara con etileno."
Además, Reyes agrega que mucha gente le pregunta por qué la fruta que compra está seca, y ella les responde: "Seguramente esté seca porque está recogida en Marruecos o Sudáfrica, pasada por cámaras de desverdización para que te la vendan como naranja, pero es vieja porque se ha desverdizado y además viene de la otra punta del mundo. La naranja nacional ha tardado más en salir este año por la falta de frío, pero es fresca."
La paradoja es clara: los consumidores rechazan fruta nacional, verde y fresca, y compran fruta importada, vieja y seca, solo porque tiene un color más "apetecible". Es una cuestión de educación y concienciación que los productores siguen intentando transmitir.
Ante un panorama tan complejo, ¿qué pueden hacer los productores? Desde Guadalhorce, el mensaje es claro: asociarse, eliminar intermediarios y buscar la venta más directa posible. El cooperativismo no es solo una alternativa, es una estrategia de supervivencia.
"Me gustaría que los productores supieran que hay otra forma de producción y comercialización, y que pueden modificar ellos mismos el mercado. Vender la fruta directamente a grandes empresas, que es la salida mayoritaria, provoca una caída de precios y de calidad de vida. La solución es asociarse para juntar mucho producto y tener fuerza en el mercado, buscar la venta lo más directa posible, eliminando intermediarios."
Reyes explica que los productores deben unirse y vender juntos, ya que tienen una herramienta poderosa: la fruta y el volumen. Asegura que pueden obtener buenos precios si comercializan directamente como cooperativa. Según ella, este es el futuro de la producción: venta directa, asociacionismo y la búsqueda de mercados en zonas donde no se conocen tanto. Añade que, para los pequeños productores, la diferencia puede estar precisamente en eso.
Esta temporada es difícil, pero también es una oportunidad para repensar estrategias, educar al consumidor y fortalecer redes de colaboración. Porque al final, cuando el clima no acompaña, lo único que queda es la capacidad de adaptarse y trabajar juntos.
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