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Quise traer ese espíritu aquí. Empecé fermentando en la barraca de la Ayum, luego nació la fermentería de la Horta y hace un año lo convertí en una SL con obrador propio en Puig de Santa Maria, donde también tengo una pequeña tienda y doy talleres. Mi lema lo resume todo: “Fermentamos la huerta para fermentar la vida.”
La Fermentería trabaja con recetas tradicionales de fermentación de todo el mundo —tempeh, kimchi, chucrut, untables de frutos secos— pero todas están adaptadas al producto local. No uso condimentos ni materias primas que no sean de aquí. Trabajo con pequeños agricultores ecológicos de la Horta, con producto de temporada.
Eso ha hecho que salgan productos que no había pensado al principio. El kimchi de calabaza surgió para dar respuesta a un excedente: la calabaza dura todo el invierno, pero en diciembre ya nadie la consume. Transformarla en un plato picante y salado le da una segunda vida. O los untables: en lugar de anacardo, uso almendra local para apoyar a quienes trabajan en secano. La gente descubre los alimentos de otra manera.
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