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Soy Inés, y mi vuelta a Cañamero, en Cáceres, coincidió justo cuando mi padre, que ha hecho vino toda la vida, consiguió legalizar por fin la venta de su producción. Él se maneja con la viña, pero de la administración, los papeles y los ordenadores me encargo yo.
Curiosamente, volver a la vida rural me ha dado "más vida social" que la que tenía antes, sacándome de casa y del pueblo. De hecho, disfruto mucho vendiendo vino, porque me permite hablar con otra gente y explotar esa faceta más sociable que tengo.
Además, tengo la suerte de que mi presencia en la bodega no es ninguna rareza. Cañamero es un pueblo con mucha tradición vinícola, y en mi familia ya mi bisabuela y mi tía estuvieron al frente. La gente del pueblo no se sorprende al verme: la expectativa que tienen es que yo haga el vino tan bien como lo hizo ella.
La bodega está en el Geoparque Villuercas y Borezara. Nuestra viña se encuentra a 600 metros, en la Raña de Cañamero. Donde el vino se hace como se ha hecho toda la vida aquí, y ese es nuestro mayor logro: poner en valor esta forma de elaboración tradicional y local, a pequeña escala, respetando la historia de la zona.
Desde siempre me ha encantado el campo, no solo para dar paseos, sino para trabajar. Aunque mi padre lleva la parte más física, yo estoy metida en todo: voy a la viña, ayudo con la poda, la vendimia y estoy pendiente de los trabajos en bodega. Es la parte de mi trabajo que más me conecta conmigo misma, me ayuda mucho.





