
A falta de tres semanas para que Verifactu entrara en vigor el próximo 1 de enero, el Gobierno ha frenado en seco. El Congreso de los Diputados ha aprobado el Real Decreto-ley 15/2025 que pospone un año la obligatoriedad de este nuevo sistema. Las empresas que tributan por Impuesto de Sociedades tendrán ahora hasta el 1 de enero de 2027 para cumplir con los requisitos. Para autónomos y el resto de contribuyentes, el plazo se extiende hasta el 1 de julio de 2027.
No es una sorpresa. Es la segunda prórroga que recibe Verifactu desde que comenzara su andadura reglamentaria. Pero esta vez, esta pausa tiene un significado diferente, puede que responsa a presiones políticas y de los colectivos de autónomos. Es una oportunidad que pocas veces el sector de la agroalimentación consigue: un respiro auténtico para reflexionar, planificar y actuar sin el estrés de una fecha de vencimiento inminente.
Déjame explicarte (aunque posiblemente ya lo sepas) qué es Verifactu en realidad, sin la jerga que la rodea. Durante años, los sistemas de facturación funcionaban como archivos de Word: generabas una factura, la mandabas, y luego podías modificarla, borrarla, ajustarla según te conviniese. Desde la perspectiva de la Agencia Tributaria, aquello era un paraiso para los que querían “jugar” con los números.
Verifactu viene a cerrar esa puerta. Obliga a que cualquier factura emitida con software de facturación sea inalterable, trazable y legible por la AEAT en tiempo real (o casi). Es un registro que no puedes tocar, no puedes borrar, no puedes reescribir. Una vez que existe, existe para siempre. Y eso es, simplemente, lo que debería ser la norma en cualquier negocio profesional.
La realidad es que en el sector agroalimentario, muchos productores aún siguen trabajando con métodos que distan mucho de ser robustos. Albaranes sueltos, facturas en Excel, control de pedidos fragmentado en WhatsApp y cuadernos de notas. Para ellos, la idea de que todo esto deba estar integrado en un sistema verificable y transparente no es un capricho regulatorio. Es una transformación.
La respuesta oficial es que "subsisten circunstancias que justifican una nueva ampliación del plazo de exigibilidad, motivadas tanto por la necesaria adecuación de los sistemas informáticos de facturación como por la conveniencia de garantizar una implantación ordenada y homogénea en el conjunto del tejido empresarial".
Traducido: no estaban listos. No estaban listos los proveedores de software. No estaban listos muchos autónomos y pymes. Y el Gobierno decidió que era mejor un paso atrás estratégico que una entrada en vigor caótica que generase más rechazo.
Desde la política se señaló algo crucial: que la implementación es "muy costosa y complicada", especialmente para autónomos. Y tiene razón. No es lo mismo adaptar un software de gestión para 500 empresas medianas que hacerlo para 3 millones de autónomos que trabajan con herramientas heredadas del pasado milenio.
Pero aquí viene lo importante: el aplazamiento no es una cancelación. Es un año extra para hacer las cosas bien.
Un detalle crucial que muchos están ignorando: el aplazamiento no afecta a todos igual.
El aplazamiento es principalmente para los nuevos obligados, los que no querían entrar en 2026 y que ahora tienen un año más de respiro.
Algunos observadores como los que escriben en leyantifraude.com señalan, además, que la Ley Antifraude sigue en vigor desde 2021, y por tanto, cualquier software comercializado a partir del 29 de julio de 2025 debe cumplir con los requisitos de Verifactu de todas formas. No es un free pass indefinido.
Dicho de otra forma: si cambias de software o incorporas nuevos módulos, ya tendrá que ser compatible con Verifactu. El aplazamiento solo da margen a quienes siguen con sus sistemas actuales sin cambios.
Este año que te regala el aplazamiento es para no hacer lo que muchos han hecho hasta ahora: esperar al último momento. Porque aquí es donde queremos decirte algo que quizás no has oído en los medios, pero que es la verdad incómoda del asunto.
Si tu actual sistema de facturación es fragmentado, si tus pedidos viven en WhatsApp y tus albaranes en una carpeta sin nombre, si no tienes claridad sobre cuáles de tus clientes son realmente rentables, entonces Verifactu es la excusa perfecta para cambiar eso. No es una carga regulatoria. Es una palanca de competitividad que el sector necesitaba desde hace años.
Piénsalo así. Dentro de un año, cuando el 1 de enero de 2027 llegue, habrá dos tipos de empresas:
La elección es tuya. Pero te recomendamos algo: en lugar de respirar hondo y seguir como hasta ahora, usa este año para sentarte con tu equipo, analizar tu actual sistema de facturación, y preguntarte una pregunta de verdad incómoda: "¿Es esto suficiente para un negocio que quiere crecer?"
Porque Verifactu no es el enemigo (aunque sea molesto). La inacción sí lo es.

